Los
abuelos de Jaime viven en el campo y tienen una granja donde se crían pollitos.
A Jaime le encantan los pollitos tan amarillitos y tan monos.
Pues
sucedió que a Jaime le pareció especial un pollito. Un pollito que era tan
pequeñito que apenas se veía, de hecho casi casi solo lo vio Jaime.
Pues
bien, resulta que este pollito chiquitín había nacido justo cuando Jaime llegó
al campo. Así es que sin que nadie se diera cuenta cogió al pollito y se lo
puso en la cabeza así como mezclado con su pelo con la evidente intención de
esconderlo y que no se diera cuenta nadie de donde estaba el pollito Pio, (ya
le había puesto nombre y todo…) pues quería que fuera su mascota, así como si
fuera un perro o un gato…
Y
pasó el verano.
El
pelo de Jaime cada día estaba más revuelto y más largo, pues Pio vivía en su
cabeza entre su pelo que también era de color amarillo.
Así
es que cuando llegó su madre aquella tarde a buscar al niño se quedó
horrorizada: -“Pero como llevas el pelo!!! Ven que te lo corto y te lo peino!!”
– Y entonces Jaime salió corriendo mientras de su cabeza caían los granos de
trigo y maíz que Jaime se ponía cada día en su cabeza para que Pio comiera como
debía ¡vaya pinta que llevaba!
Naturalmente
mamá le alcanzó -“!Pero Jaime que llevas?!”- mamá se asustó al principio pero
luego se dio cuenta de lo que pasaba, y tras secar las lágrimas de Jaime le
dijo que no se preocupara que los dos cuidarían de Pio, que por cierto había
crecido un montón! Y después de cortarle y lavarle el pelo y peinarle bien (a
Jaime claro!), metieron a Pio en una caja y le llevaron al campo para que
corriera un poquito y se sintiera libre…. Y mamá le dijo que si quieres a
alguien no lo puedes tener preso si no en libertad. Y Jaime se dio cuenta de
que eso era lo que tenía que hacer……
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