Un
día cuando todos los tigres jugaban por la jaula grandota y los cuidadores ya
les habían dado el desayuno, Tigretín se asomó a la jaula que estaba pegadita a
la suya y vio a un elefantito que justo acababa de nacer.
Primero
se asombró mucho, la verdad, pues le parecía que ese animalito vecino tenía una
nariz muy grande y también unas grandes orejotas:
-
“¡Alé! ¡qué nariz tienes!”- dijo Tigretín
-
“¡Alé y tú qué de rayas tienes! Y ¡qué bigote!!- dijo el elefantito…
Y
ambos se partían de risa pues cada uno tenía cosas raras para el otro.
Tigretín
se quedó un rato quieto mirándose las rayas que tenía y miraba también al
elefantito y… es verdad ¡tenía rayas en su piel! nunca se había parado en ese
detalle, y además que el elefantito no tenía rayas, así es que se quedó
pensativo:
-
“¿Para qué valdrán estas rayas que tengo?” – pensó
Y
sucedió que cerca de la palmera de abajo asomó su cabezota la serpiente Tadea,
que era malísima por cierto, y que acercándose a Tigretín le dijo:
-
“Es verdad ¡qué rayas más feas tienes! Ji ji”- dijo la serpiente Tadea
Tigretín
se puso muy triste y casi casi comenzaba a llorar, entonces la serpiente Tadea
le dijo torciendo los ojos así para un lado:
-
“Si quieres yo te las puedo quitar…, total no te valen para nada…”-
Tigretín
se lo pensó un ratito, bueno no mucho tiempo, apenas tres minutos….
-
“Vale venga, quítamelas”- dijo Tigretín
Al
tiempo que decía esto pensó que debería habérselo dicho antes a mamá y que
igual su madre se enfadaba, pero enseguida se le fue de la cabeza tal
pensamiento y solo pensaba en lo feas que eran sus rayas:
-“Venga,
ya quítamelas anda…”- dijo Tigretín a Tadea
Tadea
entonces le pisó una pata fuerte fuerte a Tigretín…. Pobrecito se puso a llorar
y llorar… las lágrimas caían por todo su cuerpo y empapaban su preciosa piel
rayada, y poco a poco empezaron a borrarse sus rayas y su piel se quedó igual
igual que cualquier otro animalito… Tadea se alejó riendo y Tigretín estaba
confuso, hecho un lío…
Se
fue a su casita y cuando mamá le vio corrió a su encuentro y le abrazó fuerte
fuerte mientras le decía:
-
“¿Qué te ha pasado?”-
-
“Que he perdido mis rayas mami, pensando que eran feas y que no servían para
nada…. me oyó Tadea y me las ha quitado haciéndome llorar…. por favor ayúdame….
mírame cada vez me quedan menos rayitas……..”-
Mamá
tigre le abrazó fuerte fuerte y le explicó para que servían las rayas a los
tigres,
-
“Nosotros vivíamos en Asia, y nuestras rayas nos sirven para ocultarnos entre
los bambúes y entre todas las plantas que existen por esas tierras, y así nos
protegemos de los malos que nos quieran atacar”-
Mientras
mamá le abrazaba las rayitas volvieron a salir en toda la piel de Tigretín….
¡Qué
guapo estaba otra vez el chiquitín!!
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