Alfonsina
era una gallina que vivía con su familia y amigos en una granja. Cuando cumplió
los 10 años, se suponía que tendría que poner su primer huevo. Pero…. esperó,
apretó, estrujó……. y nada, no salía nada.
Todas
sus amigas le decían: yo ya pongo huevos…. yo ya pongo huevos. Y, claro,
Alfonsina estaba harta de todas ellas.
Entonces
tuvo una gran idea: como pronto vendrían los Reyes Magos pues les pediría….. ¡poner
huevos!. La genial idea se la dio la galliabuela, según ella de pequeña le pasó
lo mismo.
Así
que, sin dilación, escribió la carta que decía: “Queridos Reyes Magos: este año
ya cumplo 10 años y todavía no pongo huevos, si a alguna de vuestras gallinas
les sobran huevos, yo podría cuidarlos. Un beso, Alfonsina…”
Pasó
el tiempo y ¡por fin! llegó el esperado momento. Esa mañana a un lado de la
cama se encontró Alfonsina con un huevo. De repente se rompió y de él salió el
pollito más bonito que imaginarse pueda.
Alfonsina
se alegró tanto, tanto… que casi se desmaya. Y le llamó Alfonsino, porque era
un gallo.
Y
vivieron felices, pero no comieron perdices…. ¡porque eran gallina y gallo!
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