lunes, 25 de noviembre de 2019

Mi amigo Gus


Los cuentos de Gonzalo.
Pues resulta que el sábado pasado, cuando iba a jugar al golf como todos los sábados, me encontré un pequeño gusano que era así como todos los gusanos de su especie pero este a parte de la forma qué como digo era como todos los demás, tenía algo especial y era que hablaba ,y hablaba mucho por cierto; bueno el caso es que me iba contando lo bien que tiraba las bolas y que todas todas las metía en el hoyo, yo le miraba con ojos incrédulos pues para eso llevo un año entero jugando, bueno más que jugando aprendiendo y la verdad es muy difícil.
Yo le dejaba hablar mientras llegamos a la cancha, y allí el profe de golf se empeñó en que tirara la bola y además pretendía que mi “swing” fuera perfecto…. yo me estaba haciendo un lío. Pero obedecí y ¡zas!!! sorpresa la bola fue directa al hoyo!!! Y así hasta cinco veces, el profe estaba emocionado y yo también claro. Busqué a Gus para contárselo y entonces comprendí lo que había pasado.... cada vez que tiraba la bola Gus la empujaba y la metía en el hoyo!!!! Me reí un montón la verdad y le di las gracias pues desde aquel día las meto todas de tres golpes!!! Que está muy bien, eh? 


jueves, 24 de octubre de 2019

El sueño de Gonzalo


Aquél día Gonzalo estaba muy cansado. Había tenido partido de futbol a última hora y casi se le cerraban los ojos ellos solitos.... pero lo peor era que tenía que leer, y además en alto, si ese libro que se había comprado ayer..., uiff miró las páginas y dividió por tres y luego por cinco y luego por diez.... y así y todo le parecían muchas hojas....
En fin, el hecho es que comenzó a leer lo más rápido que pudo, pero no sé qué paso que de pronto del libro salió un personaje de grandes ojos que se puso a leer deprisa deprisa....... y fue cuando Gonzalo, que la verdad es que no se asusta por nada, tanto que ni se asustó con el personaje este de ojos enormes..., pues eso que Gonzalo le dijo: “pero qué haces que me lías con la lectura!!!”.... el hombrecillo le contestó: “perdona Gon, era por ayudarte a terminar de leer”... y muy triste le dejó de sujetar el libro....
A Gonzalo le dio pena del hombrecillo y le dejó leer con él... y así fue como terminó de leer el libro, que era larguísimooooo.... al menos eso fue lo que contó Gon.....



viernes, 27 de septiembre de 2019

La niña de las cien caras


Pues señor esto era una vez un pueblo muy pequeñito, de esos de los que dicen que se han quedado “vaciados” …. Pero no de cosas … sino de personas… sí de personas que ya no quieren, ni pueden vivir allí. Y eso es porque, dicen, que ya no tienen trabajo, ni tren, ni banco, ni Iglesia, ni colegio… aunque, la verdad, lo que no hay allí son niños….
El caso es que a ese pueblo que os digo, de nombre Villaroca, le pasaba todo eso. La última familia que quedaba allí tenían una hija pequeña que se llamaba Alejandra.
Alejandra se aburría un poco, porque no tenía amigos con quien jugar… así que, decidió arreglar ese problema. Y ¿sabéis lo que hizo?, pues como dibujaba genial se puso a hacer caretas de niñas y niños. Así ella se colocaba cada día una de ellas y se ponía a hablar con voces diferentes como si en realidad fueran niños distintos……. Al rato se la quitaba y, ya con su cara, contestaba a la de la careta….
Un día su papá oyó hablar a alguien en la casa…. ¿Quién podría ser?, ¡era imposible que hubiera allí una niña que no fuera Alejandra! Así que, muy despacito, se acercó a la habitación de su hija y miró. ¡Allí estaba Alejandra con una cara distinta…..! ¡O ¿es que no era Alejandra…?!, porque su voz no era la misma y hablaba como de otra manera…..
Cerró la puerta, un poco triste en el fondo…. pensó “tenemos que irnos de este pueblo, Alejandra no es feliz…”
Otro día le pasó lo mismo a su madre…. Oyó risas “distintas” y pensó ¡qué bien han venido niños nuevos! y se fue corriendo a la habitación de Alejandra…. Pero, cuando abrió la puerta vio a su hija con ¡una careta! Y hablando sin parar… como si contestara a alguien.
“¿Qué haces Alejandra?” … “¡Nada mamá… estoy hablando!”. “¿sola?” dijo mamá… “No hombre, no estoy sola… hoy estoy con Lara, que me está contando cosas muy divertidas”…
Mamá también se puso triste… y no quiso entrar en la habitación… ya se imaginaba lo que estaba pasando… pero no tenía mucho que hacer para solucionarlo…
Por la noche hablaron papá y mamá y decidieron que lo que había que hacer es hablar con Alejandra. Y así lo hicieron.
Alejandra se rio un montón cuando vio tan preocupados a sus padres. “No os preocupéis, les dijo. A mi este pueblo me gusta…. aunque no tenga río… y las caretas las uso para divertirme y hacer voces distintas. El año que viene ya iré al cole del pueblo grande…. y tengo que practicar eso que llaman “relaciones sociales con el resto de compañeros”…ja ja.
Los tres se dieron un gran abrazo… aunque decidieron que deberían irse al pueblo grande…… a vivir, aunque les diera a los tres muchísima pena.


Dibujos: Blanca S.V.


jueves, 26 de septiembre de 2019

La oveja Trisqui y María


Érase, una vez, un mundo habitado por las ovejas del sueño…. sí, esas que cuentas antes de dormir… Pues una de ellas, que se llamaba Trisqui, estaba harta de hacer siempre el mismo recorrido…. así que, esa noche, mientras todas pasaban en fila por delante del que quería dormir, Trisqui se salió de la fila y se escapó. Corrió y corrió tanto que llegó hasta el campo.
Allí se encontró con una casita. Entró en ella despacito, despacito…. pues no sabía con que se podría encontrar. Una vez dentro oyó una voz que decía “¡anda ovejita, pasa!”.
Trisqui entró y allí una niña le dijo: “¡ven ovejita, ven… que vamos a jugar!”. Pero a Trisqui le dio mucho miedo, pues era la primera vez que hablaba con una humana. Sin embargo, la niña que se llamaba María, era muy cariñosa y se acercó a la ovejita y le pasó su mano por el lomo……
Trisqui sonrió por fin: ¡María y ella ya eran amigas!
Pasó el tiempo hasta que un día Trisqui oyó como dos ovejas lloraban sin parar cerca del jardín de María…. ¡eran sus padres que estaban sufriendo por su desaparición!
Trisquí le dijo a María que no podía seguir allí, pero que, algún día, volvería. Entonces se fue por la parte de atrás de la casa y corriendo se acercó a sus papás que, llorando, abrazaron a la ovejita y se fueron deprisa, deprisa, hacia el jardín de los sueños.
Texto y dibujo: Sofía S.V.


lunes, 9 de septiembre de 2019

Gambi


Pues señor, esto era una vez una gamba (¡sí una gamba!) que nació un día caluroso… tan caluroso que fue el más caluroso del año.
Le llamaron, como era lógico, Gambi. Pasó el tiempo y Gambi se transformó en una gamba muy feliz, fue al colegio y tenía muchas amigas.
Pero un día tres niñas fueron a pescar cangrejos a las rocas que había cerca de la playa, donde veraneaban, y allí se encontraron a Gambi. “¡Qé mona es esta gambita!”, dijeron las tres a voz en grito. Y como si tal cosa ¡zas! la pescaron para ¡hacerla su mascota! La metieron en un cubo de esos de hacer castillos de arena y, acto seguido, se fueron corriendo a enseñárselo a sus padres...
Pero sus padres ¡claro! dijeron que sí que muy mona pero que era imposible quedarse con ella. Les explicaron el problema que tendría la pobre gamba metida en un cubo todo el día….
Las niñas comprendieron lo que les dijeron sus padres y fueron corriendo a las rocas para dejarla otra vez allí. Gambi, que había pasado mucho miedo, se puso tan contenta… dicen las niñas que soltó un ¡YUJU!!
En fin, que Gambi volvió con su familia y fue feliz para siempre. Por cierto, que a todo el que quería escucharla, contaba su aventura con unas niñas y un cubo de los de hacer castillos de arena……
Autora texto y dibujo: Blanca S.V.



Autorretrato


El guerrero del tiempo


Érase una vez un guerrero llamado Libertus, conocido en todo el Imperio por su gran arco de color dorado. Era el mejor guerrero romano y todo el mundo le admiraba, pero él no quería ser alabado por ser el causante de miles de muertes.
Un día, mientras estaba batallando en las guerras de Augusto en Hispania, algo le hizo tropezar y cayó. Cuando se incorporó no era consciente de cuánto tiempo llevaba sin sentido, pero algo, muy fuerte delante de él, le hizo levantarse.
No sabía dónde estaba o quien era aquella extraña persona con ropas distintas a las suyas.
Empezó a inspeccionar el terreno y lo único que vio fueron edificios muy altos. Pero lo que más le llamó la atención fueron 4 torres que eran más imponentes que todas las demás.
Vio un cartel parecido al del nombre de su Domus, pero en este ponía escrito MADRID.
Una hermosa mujer le vio solo y raro y, como le pareció extraño, le preguntó por su ropa. Él no sabía qué contestar puesto que, de donde procedía, su ropa era la más cara y símbolo de su origen. Pero la joven siguió insistiendo, al tiempo que se presentó con el nombre de María. Libertus, por no ser descortés, dijo también el suyo.
María le propuso enseñarle la ciudad y como Libertus estaba perdido y no tenía a donde ir aceptó. Le llevo por las grandes calles llenas de gente, le contó la Historia de Madrid y de España y le ofreció su hogar donde podría dormir. Libertus estaba asombrado por la amabilidad de María y necesitaba recompensárselo de alguna manera.
Días más tarde mientras estaba paseando con su gran arco dorado oyó unos gritos que le sonaban familiares, siguió el sonido hasta un callejón y allí estaba María rodeada de 7 hombres con máscara que intentaban robarle su mochila mientras blandían sus cuchillos. El, inmediatamente, sacó su arco y apuntó a uno de los hombres. La flecha atravesó su ropa, pero sin dañarle, dejándolo colgado de la pared en una postura muy divertida, la verdad. Entonces uno a uno se le fueron cayendo los cuchillos que guardaba en sus bolsillos. María cogió uno de ellos y se lo metió en su mochila, así recordaré siempre cuando Libertus me salvó la vida…. pensó.
Pasaron los años y María y Libertus se enamoraron y crearon una bonita y feliz familia con dos hijos llamados Paloma y Manuel. Libertus empezó a trabajar como historiador y contaba sus exitosas batallas a sus hijos que fueron criados con las tradiciones de España en 2019 y las del imperio Romano de 26 A.C.
Autores texto: Paloma S.V. y Manuel V.S.
Dibujos de Blanca S.V.

 


jueves, 29 de agosto de 2019

La leyenda de Irati


(Autora: Paloma S.V.)
Cuenta una leyenda que, en un país muy lejano llamado Aeragón, vivía una niña llamada Irati.
A Irati le encantaba salir a pasear por la playa... corría hasta llegar a los grandes acantilados situados al norte. A sus padres no les gustaba que una niña tan pequeña se acercara tanto a aquellas piedras tan altas, pues temían que se cayera y se hiciera daño. Pero… Irati no se sentía pequeña y sabía que ella tendría el cuidado suficiente para no acercarse demasiado al borde….
Así que un día, en una de sus escapadas al acantilado, decidió pintar una raya “de seguridad” que no podría pasar para que fuera imposible que se cayera….
Pasaron los meses, tres o cuatro…. no sé… el caso es que Irati seguía yendo cada día a su lugar preferido…siempre siguiendo la norma de no pasar la raya. Pero, un día, mientras se comía un bocata de chocolate, vio a lo lejos una pequeña gaviota que sobrevolaba el cielo, poco a poco, muy despacito, se fue acercando a ella y descubrió que no era como todas las gaviotas que ella conocía… ésta era de un color especial, era ¡roja!
Tanta curiosidad le entró de repente que olvidó todo el cuidado que debía tener en aquella zona rocosa…. salió corriendo hacía donde estaba la gaviota y…. ¡se cayó!
Cuando se quiso dar cuenta de donde estaba…. o qué era lo que había pasado… ¡ya no estaba en el acantilado donde pasaba todas las tardes…ni siquiera estaba cerca del mar!, se encontraba en medio de lo que parecía un poblado.
Irati tardó en reaccionar, pues aquel lugar no le resultaba familiar…. no se parecía a ninguno en los que ella hubiese estado y tampoco conocía nada similar. Allí las casas eran pequeñitas y todas hechas de piedra y paja. Es más, los habitantes no parecían humanos, sino que eran ¡azules!
Así que una cosa tenía clara: que ya no estaba en Aeragón… pero ¿dónde estaba entonces?
De pronto vio lo que parecía un niño que se quedó quieto mirándola… ¡claro como no era azul!.... y preguntó por qué ella no era de ese color. El niño se llamaba Will y enseguida se puso a hablar con Irati. Le contó que ese sitio se llamaba Bahilo y que era un lugar muy especial situado bajo el agua. Allí se podía respirar. Si quería volver a la superficie debería conjurar un hechizo.
Uff!, pensó Irati, un hechizo…. con lo poco que le gustaba a ella esos “rollos”. El caso es que el hechizo ese se encontraba en el gran libro del mago custodiado por el peligroso y temido tiburón milenario…. según dijo Will poniendo una voz misteriosa, que a Irati le dio un poco de risa…
Y como, según dijo el niño azul, en Bahilo nunca pasaba nada interesante, Will decidió ayudar a Irati a volver a su casa.
Primero consiguieron un mapa antiguo, parecido a esos de los piratas, donde se indicaba la localización del libro. El libro era de un mago que debería estar en una cueva que se llamaba “Zululdaba” … o algo así. En tres días podrían llegar, si no perdían el tiempo, de manera que en un segundo se pusieron a caminar.
Menos mal que el camino no era peligroso ni difícil. Además, lo mejor era que los niños se habían caído bien, lo que era estupendo para no discutir y para que el camino no fuera aburrido.
Sin embargo, los problemas llegaron cuando se encontraron al fin frente a la cueva esa llamada “Zululdaba” …. En primer lugar, la entrada estaba rodeada por una espesa y pegajosa sustancia que impedía el paso. Cuando consiguieron entrar ¡zas! pisaron una trampa que hizo saltar una flecha… menos mal que no le dio a ninguno de los dos.
Por fin se encontraron con una puerta que tenía un cartel que decía “no pasar peligro de muerte…. aquí está el tiburón milenario”…. como os podéis imaginar los niños entraron… despacito, eso sí.
El tiburón ese milenario…. estaba dormido…. y el libro mágico estaba a su lado sujetado por una especie de cadena que terminaba amarrada a su cuello…… A los niños les dio la risa de los nervios que tenían y, cuando ya casi tenían el libro en su poder, ¡zas! el milenario ese se despertó….
La persecución fue “dura y difícil”, pero Will e Irati lograron despistarlo y huyeron ¡con el libro en sus manos, claro!
Una vez fuera, buscaron un lugar seguro donde poder conjurar el hechizo. Poco a poco un humo rojizo empezó a rodear a Irati y poco a poco también la niña fue desapareciendo.
Irati le había regalado a Will un colgante que ella llevaba en su cuello y Will le dio a ella una pulsera de cuero….
Irati se despertó en el acantilado, lejos quedaba la raya que no debía cruzar…. Y en su muñeca derecha estaba una bonita pulsera de cuero con una W grabada. Sonrió y como desperezándose se levantó y volvió a casa pensando en que debería, alguna vez, volver a ese extraño pero fantástico lugar llamado Bahilo y encontrar así a su amigo Will.



martes, 20 de agosto de 2019

La tarde aburrida de Tana y Tono


Pues lo cierto es que aquella tarde de agosto estaba resultando bastante aburrida.

Ya habían vuelto de la playa y ahora tocaba acabar los deberes de verano que, oh sorpresa, se habían quedado un poco atrasados la verdad.... Pero el caso es que había que hacer frente a las responsabilidades (como dice la abuela...)  y por esa razón y también porque si no lo hacían mamá se enfadaría mucho, pues los dos hermanos se pusieron a trabajar.

No habrían pasado más de treinta minutos cuando Tono ya estaba pensando en no sé qué y alargando la mano hacia el pompero comenzó a lanzar pompas de jabón hacia donde estaba Tana, eso hasta que Tana se enfadó y le dijo:-“Anda Tono no seas pesado, mira sabes qué? a ver quién hace la pompa más grande!”.

Y los dos hermanos comenzaron a lanzar pompas de jabón que salían por la ventana y ¿Quién sabe? Igual llegaban hasta la playa y se posaban en el mar..... y pensando en eso estaban cuando entre los dos hicieron una pompa grande grande y se metieron los dos dentro y volaron y volaron..... pero entonces llegó mamá y se enfadó porque estaban manchando todo y se acabó.......

miércoles, 3 de abril de 2019

Olaya y el globo en forma de corazón


Olaya aquella mañana se fue a casa de la abuela, decía que estaba cansada y le dolía... no sé… la cabeza o la tripa... eso la tripa y que como lo que tocaba hoy en el cole no era “importante”, pues eso que se quedó con su abuela.

Primero estuvieron en casa viendo fotos de las de antes, pasando las hojas de esos álbumes de distintos colores donde asoman su cara todos los de la familia, más que nada porque Oli sepa quiénes son, a ella le encanta y se sabe casi todos los nombres, y eso que algunos nombres son un poco raros o, como dice la abuela, antiguos.....

Luego se fueron a pasear un ratito y la abuela le dijo: “¿quieres algo?”,

Oli mirando al cielo dijo: “¡sí quiero un globo con forma de corazón!!!”

Y así fue como Oli soltó el globo en forma de corazón que subió alto alto hasta el cielo: Bien hecho Olaya!!!!.


lunes, 25 de marzo de 2019

Un espejo mágico


Sofía siempre había visto en casa de su bisabuela aquel espejo que era como de oro. Bueno dorado por lo menos. Grande, muy grande. Mamá siempre le decía que tuviera cuidado no fuera a ser que lo rompiera. Así que ella nunca lo tocaba y pasaba siempre a un metro de distancia de donde estaba. En el fondo le daba un poco de “miedito”.

Pero aquel día toda la familia iba a ir a “recoger la casa”. Sofía iba contenta, no sabía muy bien por qué pero era como si fuera a pasar algo. Y se lo dijo a mamá. Mamá le contestó que “¡claro! iba a pasar que recogerían todos los trastos y los llevarían al trastero…. que allí no hacían nada”.

Cuando llegaron a la casa, a todos los niños, les dejaron ir corriendo de habitación en habitación y coger lo que quisieran…. pues allí ya no iba a vivir “nadie”… o sea de la familia, pues la casa se había vendido… dijo mamá. Fue un día muy divertido… Paloma y Regina encontraron unos llaveros, Pastora y Blanca unas fotos muy antiguas, Manuel y Pedro unos sombreros de mejicanos, Rocío y Sofía unos cuentos antiguos con unos dibujos ¡preciosos!... Camino, como era muy chiquitita, se encargaron Rocío y Sofía de “encontrarla” algo y así fue, allí había un gatito de peluche de color rosita que le gustó muchísimo.

Cuando ya se iban todos con sus “tesoros”… Sofía se quedó parada delante del espejo del pasillo… “mamá, ¿no te parece que está triste?”, “¿Quién?” dijo mamá…. “pues el espejo dorado… ¿no lo ves?”. “Y ¿qué te parece que podemos hacer?”, le preguntó mamá… “¡Pues llevárnoslo a casa mamá!”, dijo Sofi casi gritando.

Como ya os imaginareis se llevaron el espejo a casa…. mamá y papá decidieron ponerlo al final del pasillo, después de pintarlo de blanco pues estaba un poco descolorido…

Sofi estaba contenta…. según decía, el espejo ya no daba miedo y, además, cada vez que la “veía” sonreía y era como si le guiñara un ojo uno de los adornos que tenía por arriba…..

Un día pasó que el espejo habló…. ¡como os lo digo!. Ocurrió que aquel día andaba Sofía un poco aburrida…. Ya había terminado de hacer todos sus deberes y sus hermanas no le hacían caso…. Así que se fue al pasillo y se sentó delante del espejo a hacer gestos y guiños delante de él.

Pero ocurrió que, de pronto, el espejo no hacía lo que ella estaba haciendo…. ¡hacía otros gestos como contestándola!...... pero la niña del espejo ¡era ella!... sin embargo, mientras que ella sacaba la lengua, la del espejo le hacía burla con la mano puesta en la nariz… Y cuando Sofía le decía “¿qué tal estás?”… la del espejo le decía “pues muy bien…. ¿acaso no me ves?”.

Al final del pasillo apareció mamá un poco extrañada de las voces que oía… “¿te ocurre algo, Sofi?”…. “no mamá, no me ocurre nada… solo que estaba aquí hablando con el espejo…” “Ah, vale”, dijo mamá…..

“O sea”, pensó Sofi, “que a mamá le parece normal esto de hablar con el espejo… tendré que preguntárselo…” Y eso hizo y, cuando lo hizo, mamá le dijo que ella, cuando tenía su misma edad, siempre había hablado con ese espejo… sobre todo cuando no sabía qué hacer….

“¿Sabes qué pasa Sofi?, que cuando estás aburrida pues al final ¡hasta eres capaz de hablar con un espejo!. Si te das cuenta eres tú misma la que te contestas. A mí siempre me pareció muy divertido”.

Sofía se fue corriendo hacia el espejo y le sacó la lengua……. “¡anda que no me das ningún miedo!”... le dijo.


  Dibujo: Sofía