Érase, una vez, un mundo habitado por las
ovejas del sueño…. sí, esas que cuentas antes de dormir… Pues una de ellas, que
se llamaba Trisqui, estaba harta de hacer siempre el mismo recorrido…. así que,
esa noche, mientras todas pasaban en fila por delante del que quería dormir,
Trisqui se salió de la fila y se escapó. Corrió y corrió tanto que llegó hasta
el campo.
Allí se encontró con una casita. Entró en ella
despacito, despacito…. pues no sabía con que se podría encontrar. Una vez
dentro oyó una voz que decía “¡anda ovejita, pasa!”.
Trisqui entró y allí una niña le dijo: “¡ven ovejita,
ven… que vamos a jugar!”. Pero a Trisqui le dio mucho miedo, pues era la
primera vez que hablaba con una humana. Sin embargo, la niña que se llamaba
María, era muy cariñosa y se acercó a la ovejita y le pasó su mano por el
lomo……
Trisqui sonrió por fin: ¡María y ella ya eran amigas!
Pasó el tiempo hasta que un día Trisqui oyó
como dos ovejas lloraban sin parar cerca del jardín de María…. ¡eran sus padres
que estaban sufriendo por su desaparición!
Trisquí le dijo a María que no podía seguir
allí, pero que, algún día, volvería. Entonces se fue por la parte de atrás de
la casa y corriendo se acercó a sus papás que, llorando, abrazaron a la ovejita
y se fueron deprisa, deprisa, hacia el jardín de los sueños.
Texto y dibujo: Sofía S.V.
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