Autora:
Paloma 11 años
Pues
señor esto era una vez seis hadas que siempre estaban juntas. Vivían en ese
lugar que pertenece al mundo de la ilusión y la fantasía.
Como
todas las hadas, ellas eran buenísimas, querían mucho a los niños y les
ayudaban a ser felices.
Pero
un día una de ellas empezó a decir que se aburría de ser buena. Las demás la
miraron desconcertadas.
“¿Eso
qué quiere decir, que vas a ser mala?”, dijo el hada de la alegría. “¡OH no!”
dijeron todas, “¡eso es imposible, dejarías de ser hada!”.
“Uy,
uy, uy…” decían todas, yendo de un lado para otro y chocándose del lío que
tenían…
“Bueno…
-dijo el hada de los sueños que era la que había dicho que se aburría- ¿qué os
parece si probamos? ¡lo mismo es divertido ser malas!”
“Vale
-dijo el hada de la generosidad- pero sólo un ratito ¿eh?”
Y
entonces sucedió que el hada de los sueños se convirtió en la bruja de las
pesadillas, la de la alegría en la de la tristeza, la de la generosidad en la
de la avaricia, la de la diligencia en la de la pereza, la del estudio en la de
la vagancia, y la de la verdad en la de las mentiras.
Pero
ahí no terminaba todo… es que los niños empezaron a llorar por las noches
porque sus sueños eran feos y oscuros; y pasó que todos estaban tristes y
discutían entre sí… y ya no se ayudaban ni se mostraban amables unos con otros…
y eran unos niños vagos… ¡los últimos de la clase!. Y lo peor: ¡empezaron a ser
mentirosos!.
Así
que todos aquellos niños divertidos, simpáticos, colaboradores, estudiosos, que
nunca mentían y que compartían sus cosas con los demás, se volvieron niños
insoportables de los que todo el resto de la clase intentaba apartarse y no
jugar nunca, nunca con ellos.
Entonces
las hadas se miraron y comprobaron que se habían vuelto brujas. Sus caras
estaban llenas de verrugas y sus ropas eran negras y sucias… sus manos tenían
unas uñas largas, largas… ¡que daban un asco….!.
El
hada de la alegría, que antes tenía una ropa llena de colores, se dio cuenta de
que aquello no estaba siendo nada divertido. Pegó un grito, llamó al resto y
les gritó: “¿No os dais cuenta de lo feas y oscuras que nos hemos vuelto?... y
los niños ¿no veis que ahora son tristes, mentirosos y maleducados?. Vamos,
volvamos a ser hadas, volvamos a donde nunca debimos salir……”
Y
todas se miraron y… dando un enorme salto lograron regresar al mundo de la
fantasía y la ilusión.
Y
los niños volvieron otra vez a soñar cosas bonitas por la noche, a jugar con
sus amigos, a ser simpáticos y trabajadores y, sobre todo, a no decir mentiras
nunca, nunca.
Y
colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
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