Mamá
tenía que haber cambiado ya el calendario…. es día 10 de enero y todavía estaba
colgado el del año pasado.
Manuel
miró despacio los días de la semana, pero no coincidían hoy no era sábado… ¡era
domingo!
“¡La
ultima casilla se ha equivocado!”, dijo Manuel, “¡el día está enfadado!”
Pero
mamá no le oía. Así que Manuel cogió un rotulador y se puso a corregir los
días.
Lo
que el año pasado era lunes lo pasó a martes… lo del miércoles a jueves…. lo
del sábado a domingo…. bueno y así lo de todos los días.
Cuando
llegó a Febrero… se quedó extrañado.
¡El
año anterior febrero tenía 28 días y este año tiene 29! ¿Cómo era posible?
“¡Mamá!”…
gritó otra vez Manuel “¡corre ven… y mira lo que pasa!”.
“¿Qué
ocurre, dijo mamá asustada, te pasa algo?”
“A
mí no, mamá, al calendario, mira: el abuelo dijo que vendría el día 29 de
febrero… y ese día no existe”.
“El
calendario se ha equivocado, termina el 28 y el abuelo no se equivoca nunca”.
Mamá
le dijo que es que este año era bisiesto.
“¿Bi…
qué?”, preguntó Manuel.
“Bi-si-es-to”
dijo mamá pronunciando fuerte cada sílaba.
“¡Ah!,
y eso qué es?” preguntó otra vez Manuel
Mamá
le dijo que un año bisiesto es el que tiene un día extra. O sea, todos los años
tienen 365 días, menos los bisiestos que tienen 366. Y el día de más se le pone
a Febrero. Por eso este mes tiene 29 días en lugar de los 28 días normales.
“¡Ah!”,
dijo Manuel sorprendido, “pues ¿por qué yo nunca lo había visto?”
“Pues
porque los años bisiestos aparecen sólo cada 4 años”, dijo mamá.
Manuel
se quedó pensativo. Y mamá le preguntó que en qué pensaba.
Manuel
le contestó: “¡En que vaya faena nacer el día 29 de febrero! ¿te imaginas solo
tener cumples cada cuatro años?!”
Mamá
se rio un montón y le dio un abrazote gordo.
Y
luego se fue a colgar el calendario nuevo.
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