Aquél
día los dos primos paseaban juntos por el campo; hablaban de sus “cosas”, es
decir de esas que les pasan en el cole de vez en cuando, y de cómo se sienten a
veces con esas ganas de decir: ¿para qué habré hablado?.
Al
tiempo oyeron así como un aleteo lejano y fue entonces cuando descubrieron en
un recoveco pegadito a un árbol a algo que parecía, y era, un pajarito de color
negro y largas alas que intentaba (sin duda) elevar el vuelo, pero nada… que no
podía…………..……
Bosco
y Ángel, los dos primos, apenas se miraron, no hacía falta, rápido se acercaron
al pajarito aquél y mientras uno lo cogía entre sus manos, el otro comenzó a
revisar sus alas y sus dos patitas… por algo ambos habían decidido ser médicos
de mayores……………
Así
fue como se dieron cuenta de que una de sus alas había perdido casi la mitad de
sus plumas. Se miraron entre ellos y decidieron que debían intervenir a la
pequeña golondrina, y así es que entre ambos metieron a la golondrina en una
cajita, cajita que llevaban por si encontraban algo interesante y tener donde
guardarlo.
Al
llegar a casa ya sabían qué hacer.
Colocaron
a la pequeña golondrina sobre la mesa y estudiaron como sustituir las plumas
perdidas, mientras la golondrina miraba a los dos un poco asustada, la
verdad……………….
Y
así fue, pintaron en un papel de seda, plumas de color verde, amarillo, rojo,
blanco y ¡hasta negras plumas pintaron!, “queda genial!” se dijeron, y una vez
unidas entre sí las pegaron al ala rota de la golondrina, que seguía asustada mirando
a los dos primos.
Al
cabo de un ratito, una vez que pensaron que ya estaba pegada bien y que no se
caería, se subieron al árbol del fondo, y soltaron con un movimiento hacia
arriba, a la golondrina…………….…. Y voló!!!!!!!
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