Aquella
tarde se subió a un coche amarillo que parecía nuevo por lo brillante que
estaba, por eso Gonzalo lo eligió el primero y eso que estaba solo en el viaje,
es que era aún muy pronto y acababan de inaugurar la tarde.
Y
entonces aquello empezó a dar vueltas y vueltas, subía la pequeña cuesta y
bajaba y volvía a subir y bajar… y otra vez subía y otra vez bajaba….. Cada vez
las mejillas de Gonzalo se ponían más y más coloradas, arreboladas, sus ojos
brillaban y en cada vuelta decía adiós! adiós! adiós!..... sin que en ningún
momento decayera la ilusión de su carita…. Entonces sucedió algo
extraordinario, el cochecito se separó de la carreterita y comenzó a volar y
llegó a las nubes.
Las
nubes aplaudieron felices pues estaban deseando ver de cerca algo de la Feria,
y alguna de ellas (las más pequeñas) se subieron al coche y aplaudían de puro
contentísimas que estaban.
Gonzalo
estaba encantado de llevar a las nubes en “su” coche así es que dio tres
vueltas por el cielo, saludó al sol que estaba a lo lejos y las nubes se
bajaron, y dieron las gracias a Gonzalo por el detalle que había tenido con
ellas……. Ah y sorprendentemente nadie se dio cuenta del viaje……. Bueno solo las
nubes claro!!!
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