viernes, 27 de septiembre de 2019

La niña de las cien caras


Pues señor esto era una vez un pueblo muy pequeñito, de esos de los que dicen que se han quedado “vaciados” …. Pero no de cosas … sino de personas… sí de personas que ya no quieren, ni pueden vivir allí. Y eso es porque, dicen, que ya no tienen trabajo, ni tren, ni banco, ni Iglesia, ni colegio… aunque, la verdad, lo que no hay allí son niños….
El caso es que a ese pueblo que os digo, de nombre Villaroca, le pasaba todo eso. La última familia que quedaba allí tenían una hija pequeña que se llamaba Alejandra.
Alejandra se aburría un poco, porque no tenía amigos con quien jugar… así que, decidió arreglar ese problema. Y ¿sabéis lo que hizo?, pues como dibujaba genial se puso a hacer caretas de niñas y niños. Así ella se colocaba cada día una de ellas y se ponía a hablar con voces diferentes como si en realidad fueran niños distintos……. Al rato se la quitaba y, ya con su cara, contestaba a la de la careta….
Un día su papá oyó hablar a alguien en la casa…. ¿Quién podría ser?, ¡era imposible que hubiera allí una niña que no fuera Alejandra! Así que, muy despacito, se acercó a la habitación de su hija y miró. ¡Allí estaba Alejandra con una cara distinta…..! ¡O ¿es que no era Alejandra…?!, porque su voz no era la misma y hablaba como de otra manera…..
Cerró la puerta, un poco triste en el fondo…. pensó “tenemos que irnos de este pueblo, Alejandra no es feliz…”
Otro día le pasó lo mismo a su madre…. Oyó risas “distintas” y pensó ¡qué bien han venido niños nuevos! y se fue corriendo a la habitación de Alejandra…. Pero, cuando abrió la puerta vio a su hija con ¡una careta! Y hablando sin parar… como si contestara a alguien.
“¿Qué haces Alejandra?” … “¡Nada mamá… estoy hablando!”. “¿sola?” dijo mamá… “No hombre, no estoy sola… hoy estoy con Lara, que me está contando cosas muy divertidas”…
Mamá también se puso triste… y no quiso entrar en la habitación… ya se imaginaba lo que estaba pasando… pero no tenía mucho que hacer para solucionarlo…
Por la noche hablaron papá y mamá y decidieron que lo que había que hacer es hablar con Alejandra. Y así lo hicieron.
Alejandra se rio un montón cuando vio tan preocupados a sus padres. “No os preocupéis, les dijo. A mi este pueblo me gusta…. aunque no tenga río… y las caretas las uso para divertirme y hacer voces distintas. El año que viene ya iré al cole del pueblo grande…. y tengo que practicar eso que llaman “relaciones sociales con el resto de compañeros”…ja ja.
Los tres se dieron un gran abrazo… aunque decidieron que deberían irse al pueblo grande…… a vivir, aunque les diera a los tres muchísima pena.


Dibujos: Blanca S.V.


jueves, 26 de septiembre de 2019

La oveja Trisqui y María


Érase, una vez, un mundo habitado por las ovejas del sueño…. sí, esas que cuentas antes de dormir… Pues una de ellas, que se llamaba Trisqui, estaba harta de hacer siempre el mismo recorrido…. así que, esa noche, mientras todas pasaban en fila por delante del que quería dormir, Trisqui se salió de la fila y se escapó. Corrió y corrió tanto que llegó hasta el campo.
Allí se encontró con una casita. Entró en ella despacito, despacito…. pues no sabía con que se podría encontrar. Una vez dentro oyó una voz que decía “¡anda ovejita, pasa!”.
Trisqui entró y allí una niña le dijo: “¡ven ovejita, ven… que vamos a jugar!”. Pero a Trisqui le dio mucho miedo, pues era la primera vez que hablaba con una humana. Sin embargo, la niña que se llamaba María, era muy cariñosa y se acercó a la ovejita y le pasó su mano por el lomo……
Trisqui sonrió por fin: ¡María y ella ya eran amigas!
Pasó el tiempo hasta que un día Trisqui oyó como dos ovejas lloraban sin parar cerca del jardín de María…. ¡eran sus padres que estaban sufriendo por su desaparición!
Trisquí le dijo a María que no podía seguir allí, pero que, algún día, volvería. Entonces se fue por la parte de atrás de la casa y corriendo se acercó a sus papás que, llorando, abrazaron a la ovejita y se fueron deprisa, deprisa, hacia el jardín de los sueños.
Texto y dibujo: Sofía S.V.


lunes, 9 de septiembre de 2019

Gambi


Pues señor, esto era una vez una gamba (¡sí una gamba!) que nació un día caluroso… tan caluroso que fue el más caluroso del año.
Le llamaron, como era lógico, Gambi. Pasó el tiempo y Gambi se transformó en una gamba muy feliz, fue al colegio y tenía muchas amigas.
Pero un día tres niñas fueron a pescar cangrejos a las rocas que había cerca de la playa, donde veraneaban, y allí se encontraron a Gambi. “¡Qé mona es esta gambita!”, dijeron las tres a voz en grito. Y como si tal cosa ¡zas! la pescaron para ¡hacerla su mascota! La metieron en un cubo de esos de hacer castillos de arena y, acto seguido, se fueron corriendo a enseñárselo a sus padres...
Pero sus padres ¡claro! dijeron que sí que muy mona pero que era imposible quedarse con ella. Les explicaron el problema que tendría la pobre gamba metida en un cubo todo el día….
Las niñas comprendieron lo que les dijeron sus padres y fueron corriendo a las rocas para dejarla otra vez allí. Gambi, que había pasado mucho miedo, se puso tan contenta… dicen las niñas que soltó un ¡YUJU!!
En fin, que Gambi volvió con su familia y fue feliz para siempre. Por cierto, que a todo el que quería escucharla, contaba su aventura con unas niñas y un cubo de los de hacer castillos de arena……
Autora texto y dibujo: Blanca S.V.



Autorretrato


El guerrero del tiempo


Érase una vez un guerrero llamado Libertus, conocido en todo el Imperio por su gran arco de color dorado. Era el mejor guerrero romano y todo el mundo le admiraba, pero él no quería ser alabado por ser el causante de miles de muertes.
Un día, mientras estaba batallando en las guerras de Augusto en Hispania, algo le hizo tropezar y cayó. Cuando se incorporó no era consciente de cuánto tiempo llevaba sin sentido, pero algo, muy fuerte delante de él, le hizo levantarse.
No sabía dónde estaba o quien era aquella extraña persona con ropas distintas a las suyas.
Empezó a inspeccionar el terreno y lo único que vio fueron edificios muy altos. Pero lo que más le llamó la atención fueron 4 torres que eran más imponentes que todas las demás.
Vio un cartel parecido al del nombre de su Domus, pero en este ponía escrito MADRID.
Una hermosa mujer le vio solo y raro y, como le pareció extraño, le preguntó por su ropa. Él no sabía qué contestar puesto que, de donde procedía, su ropa era la más cara y símbolo de su origen. Pero la joven siguió insistiendo, al tiempo que se presentó con el nombre de María. Libertus, por no ser descortés, dijo también el suyo.
María le propuso enseñarle la ciudad y como Libertus estaba perdido y no tenía a donde ir aceptó. Le llevo por las grandes calles llenas de gente, le contó la Historia de Madrid y de España y le ofreció su hogar donde podría dormir. Libertus estaba asombrado por la amabilidad de María y necesitaba recompensárselo de alguna manera.
Días más tarde mientras estaba paseando con su gran arco dorado oyó unos gritos que le sonaban familiares, siguió el sonido hasta un callejón y allí estaba María rodeada de 7 hombres con máscara que intentaban robarle su mochila mientras blandían sus cuchillos. El, inmediatamente, sacó su arco y apuntó a uno de los hombres. La flecha atravesó su ropa, pero sin dañarle, dejándolo colgado de la pared en una postura muy divertida, la verdad. Entonces uno a uno se le fueron cayendo los cuchillos que guardaba en sus bolsillos. María cogió uno de ellos y se lo metió en su mochila, así recordaré siempre cuando Libertus me salvó la vida…. pensó.
Pasaron los años y María y Libertus se enamoraron y crearon una bonita y feliz familia con dos hijos llamados Paloma y Manuel. Libertus empezó a trabajar como historiador y contaba sus exitosas batallas a sus hijos que fueron criados con las tradiciones de España en 2019 y las del imperio Romano de 26 A.C.
Autores texto: Paloma S.V. y Manuel V.S.
Dibujos de Blanca S.V.