Os
voy a contar una historia que a lo mejor ya conocéis, o la habéis oído o quizás
no. Pero a mí me pasó que, cuando me la contaron, era como si yo mismo la
hubiera vivido.
Veréis:
Esto
era una vez una mamá que tuvo un hijito muy pequeñito, que pesaba muy poquito y
que tenía unos piececitos chiquititos, chiquititos…. Y sus bracitos también
eran chiquititos… bueno no, los dos no. Uno era pequeñito y el otro era mucho
más grande.
Mamá
le hizo unos jersecitos con las mangas iguales…. O sea una larga y otra también
larga. Así, pensaba ella, nadie notaría que sus bracitos eran diferentes. Más
que nada lo hacía por si alguien le miraba o se reía de su bracito pequeño.
Alonso
fue creciendo y creciendo. Aunque su bracito derecho seguía siendo pequeñito,
mucho más pequeñito que el izquierdo, su mamá seguía haciéndole jersecitos con
las mangas iguales.
Pero
sucedió que un día Alonso cumplió cinco años. Hasta entonces su mamá le llevaba
agarradito del bracito pequeño para que nadie lo viera… para que nadie pudiera
reírse de él. Pero… con cinco años tenía que ir al colegio, no había más
remedio.
Y
lo cierto es que Alonso estaba contentísimo de ir al cole. Pensaba que allí
conocería a muchos niños y jugaría con ellos a un montón de cosas. Mientras su
mamá estaba un poco preocupada.
Bueno,
todas las mamás y papás se preocupan cuando los niños empiezan a ir al cole, no
vaya a ser que no les guste, o que no tengan amigos, o que se porten mal…. por
todo eso!. Pero la mamá de Alonso estaba muy preocupada también por si algún
niño le hacía burla por su bracito pequeño.
La
salida del cole era a las cinco en punto de la tarde….. pero mamá y papá
estaban en la puerta muchísimo antes….. ¡no te digo más que a las cuatro ya
estaban subiendo y bajando la calle del cole!.
Alonso
salió a las cinco y tres minutos…. venía corriendo y con una sonrisa en la
carita tan grande……. que parecía que le había crecido la cabeza. Bueno no era
eso, claro!. ¡Es una forma de hablar…..!
Papá
y mamá le besaron mil veces, le preguntaron lo mismo mil veces…. que si estaba contento,
que si había aprendido mucho, que si tenía amigos….. le preguntaron de todo
menos una cosa: si algún niño le había preguntado por su bracito corto….
Alonso
dijo a sus padres que el Colegio era estupendo, que tenía un montón de amigos y
que la profe, que se llamaba Elisa, le había hecho mucha gracia lo bien que
cogía el boli, tanto con una mano como con la otra… y eso era porque era
¡ambidextro! ¡Que contento estaba!.
Cuando
volvieron a casa Alonso le dijo a su mamá que no se preocupe tanto por su bracito
pequeño que a él le vale un montón. “Mira mami… lo que está cerca lo cojo con
el derecho y lo que está lejos con el izquierdo… todos mis amigos me han dicho
que ¡menuda suerte tengo!.”
Papá
y mamá se miraron y sonrieron… uff y casi lloran. Se dieron cuenta de lo feliz
que estaba Alonso “destapando” su bracito y sobre todo vieron que ser diferente
no tiene por qué ser un problema.
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