(Autora Sofía, 7 años)
Pues
señor esto era una niña que se llamaba Marina.
A
Marina le gustaban mucho los globos porque sí, porque eran muy divertidos con
tantos colores y llenos de aire ¡no pesaban nada!
Un
día Marina se compró tantos, tantos globos que vino una ráfaga de aire y ¡salió
volando!
Menos
mal que por allí pasó una nube y Marina se lanzó a ella. Estaba blandita y
podía hundirse como si fuera un colchón de espuma.
Allí
al fondo se encontró un pajarito. Yo creo que era una golondrina, aunque
cantaba mucho…. como si fuera un jilguero… a lo mejor lo era.
Pero
el caso es que el pajarito estaba ahí porque se había roto un trocito de ala y
no cantaba…. lloraba.
A
Marina le dio pena y le cogió entre sus manos y le dijo: “no llores…. seguro
que se puede arreglar”.
Luego
se acordó que en su bolsillo había metido un esparadrapo y con ello le pegó los
trocitos de ala que tenía rotos.
El
pajarito salió volando…. se supone que contento pero no dijo nada.
A
Marina no le importó porque vio que el pajarito volaba y volaba alto, alto.
Entonces la nube le dijo que tenía que bajar porque iba a llover y Marina le
contestó: “baja nube por favor que así podré saltar”.
Y
la nube bajó y Marina….. ¡saltó! y fue a parar en medio del parque de enfrente
de su casa.
Marina
se dio cuenta que ya era muy de noche y corriendo, corriendo se fue a su casa…..
pero empezó a llover. Menos mal que su casa estaba cerca.
Al
día siguiente vio a un pajarito que se acercó a ella y le dijo cantando:
gracias, gracias y adiós. ¡Era el mismo pajarito de la nube!
Todos
los días el pajarito, jilguero o golondrina, se daba un paseo por el balcón de
la casa de Marina.
Y
todavía sigue pasando por allí.
Y
colorín colorado este cuento se ha acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario