(Autora: Blanca)
Te
voy a contar la historia de un diente…. sí, sí de un diente de una niña así
como tú. Se llamaba Ana aunque todo el mundo le dijera Pelusa… que era como su
mamá le llamaba desde pequeñita. Y todo porque era muy delgadita… “muy poquita
cosa” decía su tía Paquita que era un poco antipática, la verdad.
A
Pelusa, que entonces tenía 9 años, se le movía muchísimo un diente…. bueno era
una muela y por mucho que ella intentara con su lengua y su mano derecha que se
soltara ya…. no había manera.
Aquel
día, al volver del cole, se fue a casa de su abuelo y le dijo que hiciera algo
con ese diente que no se quería soltar.
Su
abuelo le dijo que, si ella quería, le ataría un hilo en el diente y que luego
tiraría y que así se caería ya de una vez.
Y
así pasó. Una vez que estaba atado y bien atado el diente, el abuelo le dijo a
Pelusa que sujetara el hilo por abajo que ya tiraría él por arriba.
“¿Preparada?”,
dijo el abuelo, “¡preparada!” gritó Pelusa. ¡UY lo que sucedió! Al diente le
salió como una capa de “Superman” y dos bracitos y arriba del todo como una
carita y una enorme boca que no hacía más que reír y reír.
Pero
el caso es que Pelusa seguía sujetando el hilo y aquel diente se puso a subir a
subir y Pelusa que no soltaba el hilo… y allá que se fue detrás del diente…. la
niña gritaba “¡eh diente suéltate, que te sueltes, que te sueltes….!”
Menos
mal que su abuelo agarró a la niña de una pierna y con unas tijeras cortó el
hilo… Y el diente allá que se fue para arriba con su capa de Superman……
Luego
el diente empezó a bajar y Pelusa lo cogió para ponerlo debajo de la almohada,
pues si no el ratoncito Pérez no le podría dar algo a cambio.
Y
a la mañana siguiente Pelusa se encontró 10 euros debajo de su almohada. ¡Qué
contenta se puso! También había una nota que decía: “puedes comprarte lo que
quieras” y la firma del ratoncito.