jueves, 27 de diciembre de 2018

Cuento de Navidad


Aquél era el día de Navidad.

Antes por la noche, la Nochebuena, Alejo se había acostado tarde, bueno tarde para él que era el más pequeño de la familia, y es que habían ido después de cenar con todos los primos, a la Misa del gallo.

Alejo estuvo todo el tiempo buscando al “gallo”, pero nada no pudo encontrarlo, y además se preocupó un poco pensando si alguien se habría comido al gallo en la cena.... huy! no quería ni pensarlo. Pero el caso era que el gallo no estaba, así es que al acabar y volviendo a casa Alejo preguntó a mamá:

-“Mamá ¿dónde estaba el gallo? –

Mamá sonrió y le dijo:

-“Se llama la Misa del gallo porque los primeros cristianos celebraban una misa bastante más larga y que duraba hasta que amanecía y cantaba el gallo, bueno los gallos que estaban cerca”-

Entonces Alejo apretó la mano de mamá y se quedó tranquilo, o sea por el gallo vamos........

Y sucedió que al levantarse el día de Navidad y tras correr al salón para ver si había regalos, encontró a los pies del Belén un gallo de colores que sonreía, así es que Alejo sonrió también....

 

jueves, 29 de noviembre de 2018

El dibujo que no quería ser


Autora: Sofía

Pues señor esto era una vez una niña que se llamaba Sofía. A Sofía le gustaba mucho, pero mucho, mucho, dibujar en su cuaderno. Pintaba barcos, aviones, hadas y montones de perritos y gatitos… y también patos y pájaros…. bueno, en realidad le gustaba dibujar de todo.

Un día andaba Sofía pensando qué podría dibujar. ¿Dibujaría un avión, un tren… un coche… un patinete o una bici…? Al final dibujó un gato, pero pasó que ese gato no quería ser un gato, quería ser un pájaro. Así que pegó un salto y se salió del dibujo.

La niña se asustó tanto que pegó un grito y ¡claro! el dibujo también se asustó y soltó un “sshhh” de esos de poner el dedo en la boca para decir ¡calla!. Y siguió: “vale, me meteré en la hoja si me conviertes en pájaro, que es lo que me gusta”. Sofía le explicó que, para llegar a eso, tendría que borrarle primero… “bueno, ¡pues venga!” dijo el gatodibujo.

Así que la niña, después de borrarle como gato…. lo convirtió en pájaro. Ya pintado de pájaro el antes gato le guiñó un ojo mientras intentaba salir…… pero ¡no podía! “¡Qué faena, qué faena!”... gritaba enfadadísimo. “¡Ahora estoy atrapado en esta hoja de papel!”.

“A ver -dijo Sofía- ¡que un dibujo es un dibujo!, o sea que no es de verdad y yo no puedo hacer nada!”

A Sofía le daba pena lo triste que se había quedado el pájaro y de nada valía que le dijera una y otra vez lo guapo que estaba…. pues él quería ser de “verdad”.

Y entonces ocurrió algo extraordinario.

En el periódico se anunciaba un concurso de dibujos para niños y Sofía pensó que su pájaro podría ganar y entonces ¡se pondría contento y ya no le importaría seguir siendo dibujo!

Y así pasó. Sofía presentó al concurso su dibujo. Pero no, no ganó. A pesar de que el pájaro era precioso, lleno de colores y con un pico enorme en una… ¡cara de gato con ojos verdes preciosos……!

Y Sofía lloró, lloró tanto que hasta al dibujo le dio pena... y entonces dijo: “Oye Sofía no llores más, que ya estoy contento de ser un dibujo y prefiero que tú estés también contenta.”

Sofía siguió pintando en su cuaderno y, eso sí, enmarcó su dibujo de gato-pájaro de colores y lo colocó en una pared de su habitación.

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

 

martes, 30 de octubre de 2018

La hormiguita Rita (Gonzalo dixit...)


La hormiga Rita es muy pequeñita, como todas las hormiguitas

Corriendo, corriendo se va a su casita...

Pero tiene que bajar por una escalerita

La escalerita es blanca, blanca blanquita

Y la hormiguita Rita negra, negrita....

lunes, 29 de octubre de 2018

Los duendes del otoño


Pues señor esto era una vez dos duendes, muy amigos, que se llamaban Ochi y Drolas.

Un día, de madrugada, que es a la hora en la que se van a la cama los duendes, Drolas le dijo a Ochi que por qué no iban a colocar las hojas de los árboles por el suelo del bosque… Es que ya llegaba el Otoño y todavía los árboles andaban un poco vagos con eso de sacudirse las hojas.

Como todo el mundo sabe, cuando llega el Otoño las hojas se caen…. Y eso es porque tienen que dejar paso a que otras nuevas se coloquen en las ramas.

Pero aquel año nadie sabía qué pasaba….. el caso es que las hojas no se querían caer….. “que no, que no” se les oía gritar desde lejos.

Al principio Ochi no quería ir….. es que tenía muchiiiiisimo sueño, pero Drolas se puso tan pesado que terminó diciéndole que “vaaaleee”.

Así que Drolas se puso su pantalón y su cajón de repartir hojas y Ochi su cestito y su tutú marrón para que se confundiera con el color de las hojas y así no se les viera correr entre los árboles.

Cuando llegaron al bosque, los dos duendes gritaron a los árboles: “¡vamos arbolitos haced el favor de mover vuestras ramas, pues ¿no veis que el Otoño ya ha llegado?”…. Pero los árboles decían que no, que ellos tenían mucho frío y que no querían desprenderse de las hojas.

El problema era muy pero que muy gordo. ¿Cómo se podría tener un bosque donde las hojas de los árboles no se caen en Otoño?. ¡Eso no podía ser!.

Así que, ni cortos ni perezosos, Ochi y Drolas se pusieron a empujar y a intentar sacudir las ramas de los árboles, mientras les gritaban “¡vamos vagos, moveos y soltad las hojas! ¡¿no os dais cuenta que eso es lo que hay que hacer en Otoño?!”

De pronto, un pino tan grande que parecía el jefe de todos, y que estaba en el centro del bosque, empezó a estirar sus brazos…. bueno, no, sus ramas… y entonces sucedió que todos los demás comenzaron a mover también las suyas.

Ya supondréis que es lo que pasó….. pues sí, que comenzaron a caer todas las hojas de todos los árboles del bosque….. y entonces el suelo se empezó a poner de colores….. amarillo, verde clarito, marrón……¡qué bonito estaba!.

Drolas y Ochi se chocaron las manos contentos de haber conseguido que el Otoño volviera, como cada año, a su bosque. Luego llenaron su cestito y su cajón de madera de hojas para llevarlas a casa y ponerlas, de adorno, en su puerta.

De vuelta a casa asaron unas castañas que les había dado un castaño enorme que hay al final del bosque. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.