lunes, 9 de enero de 2017

Las moras del bosque

Erase que se era y hace ya muuuucho tiempo, bueno tampoco tanto que hace así como doce años…….. a lo que iba: un papá y una mamá que tenían tres hijos. El mayor, el mediano y el menor.

El mayor se llamaba Enrique, aunque todos le llamaban Enriquito, el mediano Federico y le llamaban Federiquito y el menor Ricardo y claro como os podéis imaginar le llamaban Ricardito…..

Bueno pues el caso es que un día su mamá les dijo:

- “Hijos míos como hoy vendrá la abuelita a comer tenemos que adornar la casa con flores, y además  le haremos una comida súper- especial: sopa de setas y tarta de moras de postre”-

-“Biennnn” aplaudieron los niños………… y aplaudían no solo por la visita de su abuelita sino también porque las moras les encantaban la verdad……………

Entonces fue cuando mamá les dijo:

-“Chicos aquí tenéis tres cestitos: uno grande, uno mediano y otro pequeñito”-

-“¿Para qué mami?”- preguntaron los tres a coro.

-“ Veréis hijos míos: el cestito grande es para llenarlo de flores, el cestito mediano para llenarlo de setas y el cestito pequeño para llenarlo de moras”-

-“Ahhh! y? “– de nuevo preguntaron los tres al mismo tiempo, un poco inquietos pues es que se temían lo peor…………

-“A ver chicos: cada uno de vosotros tendrá que coger el cestito que le corresponde por tamaño y encargarse de llenarlo con lo que os acabo de decir…… ah y mucho cuidado con las moras Ricardito! que ya sabes que las moras como están en las zarzas pueden pincharte y hacerte daño, así es que lo debes hacer despacito y con atención”-

Efectivamente, los tres se miraron entre sí y así levantando los hombros en un movimiento rápido se lanzaron al bosque tras ponerse las bufandas y chaquetas……

El cesto grande enseguida se colmó de flores… eran de preciosos colores: rojas, blancas, azules………… Enrique estaba encantado, su trabajo había resultado facilísimo! Qué suerte, pensó…..

El cesto mediano resultó más problemático, pero al cabo de un rato y pese a que las manos de Federico estaban sucísimas y llenas de tierra por culpa de arrancar las setas así con mucho cuidadito con el fin de que no se rompieran y para dejar esa parte de la seta que si no se deja ya no vuelve a salir otra…. (eso se lo había dicho papá que de esto sabe mucho… bueno y de muchas cosas que es muy listo…) pues eso que como os cuento el cesto mediano también se llenó……

El problema era el cesto pequeño, el cesto de Ricardo, él pensó que le resultaría más fácil llenar un cesto pequeñito……… pues resultó que no.

Los tres hermanos miraban con gran atención en derredor y nada no veían las moras, tardaron por lo menos una hora hasta que…………

Las zarzas de las moras estaban allá a lo lejos y Ricardito, un poco molesto porque sus hermanos ya tenían los cestos llenos, salió corriendo corriendo hacia las zarzas y abalanzándose sobre ellas estiró sus pequeños dedos hacia una mora morada y brillante y sin percatarse de las púas que la rodeaban cogió la preciada fruta y zas! una púa verde y larga se clavó en su pequeño dedo pulgar!!!!!!!! ¡Como lloraba!!!! Sus hermanos salieron corriendo a ayudarle, le consolaron y secaron sus lágrimas y además Enrique sacó del bolsillo de su pantalón una caja de tiritas y tras lavar el dedo en el riachuelo que corría junto a la vereda, puso en el dedo de su hermano una tirita con los superhéroes como a Ricardito le gustaba, y además le dijo que hay que ser obedientes y hacer caso a mami cuando nos dice algo

–“¿Vale Ricardito?”-

- “Vale “-contestó el peque.

Federiquito mientras había llenado el cestito de moras y así los tres volvieron a casa cantando y felices……… ah! y siempre siempre obedecieron a mamá!!!!!





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