Ese
armario está en la habitación del fondo. Es enorme y dice mamá que es como un
trastero, o sea un sitio donde se meten las cosas que no sabes qué hacer con
ellas. Lo llama “de las cosas perdidas” porque cada vez que busca algo ahí
dice: “¡anda, si estaba aquí!” “¡anda si ya tenía uno!” “anda si no lo había
perdido” “uy, si no me acordaba de esto” …y cosas así.
Mamá
empezó a sacar todo deprisa, deprisa, y lo iba dejando en el suelo. Ese día me
dejó tocar lo que quisiera…. es porque estaba en casa malita y no había ido al
cole. Y así, me dijo, me podía entretener. Yo estaba encantada de poder
revolverlo todo y sin que mamá me regañara.
Cuando
iba por el estante más alto, desde arriba de la escalera, mamá casi gritó: “¡Mi
tetera, mi tetera!”.
“¿Qué
es mami, qué es?”, dije yo casi asustada…. “Algo precioso que tenía yo hace
muchos, muchos años… una cosa que me regaló doña Ramona…”
“¿Quién
mami, quién es doña Ramona?”. Mamá se reía mientras miraba y remiraba la
tetera.
Mamá
me dejó jugar con aquella tetera, aunque me miraba de reojo por si la rompía.
Era de color rojo con puntos azul clarito. La tapadera parecía un gorrito….
Coloqué
a mis muñecos en una mesita y les di a cada uno de ellos un poquito de té en
unas tacitas que tengo yo de color azul…. bueno no era té, era agua ¡claro!.
Mamá
se sentó conmigo y entre las dos nos lo pasamos genial!. Estuvimos jugando un
montón de tiempo.
¡Fue
un día estupendo!. Jugar con mamá siempre lo es.
Ah,
por cierto, Doña Ramona, dice mami, que era un hada que jugaba con ella de vez
en cuando…
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