Sofía
siempre había visto en casa de su bisabuela aquel espejo que era como de oro.
Bueno dorado por lo menos. Grande, muy grande. Mamá siempre le decía que
tuviera cuidado no fuera a ser que lo rompiera. Así que ella nunca lo tocaba y
pasaba siempre a un metro de distancia de donde estaba. En el fondo le daba un
poco de “miedito”.
Pero
aquel día toda la familia iba a ir a “recoger la casa”. Sofía iba contenta, no
sabía muy bien por qué pero era como si fuera a pasar algo. Y se lo dijo a
mamá. Mamá le contestó que “¡claro! iba a pasar que recogerían todos los
trastos y los llevarían al trastero…. que allí no hacían nada”.
Cuando
llegaron a la casa, a todos los niños, les dejaron ir corriendo de habitación
en habitación y coger lo que quisieran…. pues allí ya no iba a vivir “nadie”… o
sea de la familia, pues la casa se había vendido… dijo mamá. Fue un día muy
divertido… Paloma y Regina encontraron unos llaveros, Pastora y Blanca unas
fotos muy antiguas, Manuel y Pedro unos sombreros de mejicanos, Rocío y Sofía unos
cuentos antiguos con unos dibujos ¡preciosos!... Camino, como era muy
chiquitita, se encargaron Rocío y Sofía de “encontrarla” algo y así fue, allí
había un gatito de peluche de color rosita que le gustó muchísimo.
Cuando
ya se iban todos con sus “tesoros”… Sofía se quedó parada delante del espejo
del pasillo… “mamá, ¿no te parece que está triste?”, “¿Quién?” dijo mamá….
“pues el espejo dorado… ¿no lo ves?”. “Y ¿qué te parece que podemos hacer?”, le
preguntó mamá… “¡Pues llevárnoslo a casa mamá!”, dijo Sofi casi gritando.
Como
ya os imaginareis se llevaron el espejo a casa…. mamá y papá decidieron ponerlo
al final del pasillo, después de pintarlo de blanco pues estaba un poco
descolorido…
Sofi
estaba contenta…. según decía, el espejo ya no daba miedo y, además, cada vez
que la “veía” sonreía y era como si le guiñara un ojo uno de los adornos que
tenía por arriba…..
Un
día pasó que el espejo habló…. ¡como os lo digo!. Ocurrió que aquel día andaba
Sofía un poco aburrida…. Ya había terminado de hacer todos sus deberes y sus
hermanas no le hacían caso…. Así que se fue al pasillo y se sentó delante del
espejo a hacer gestos y guiños delante de él.
Pero
ocurrió que, de pronto, el espejo no hacía lo que ella estaba haciendo…. ¡hacía
otros gestos como contestándola!...... pero la niña del espejo ¡era ella!...
sin embargo, mientras que ella sacaba la lengua, la del espejo le hacía burla con
la mano puesta en la nariz… Y cuando Sofía le decía “¿qué tal estás?”… la del
espejo le decía “pues muy bien…. ¿acaso no me ves?”.
Al
final del pasillo apareció mamá un poco extrañada de las voces que oía… “¿te
ocurre algo, Sofi?”…. “no mamá, no me ocurre nada… solo que estaba aquí
hablando con el espejo…” “Ah, vale”, dijo mamá…..
“O
sea”, pensó Sofi, “que a mamá le parece normal esto de hablar con el espejo… tendré
que preguntárselo…” Y eso hizo y, cuando lo hizo, mamá le dijo que ella, cuando
tenía su misma edad, siempre había hablado con ese espejo… sobre todo cuando no
sabía qué hacer….
“¿Sabes
qué pasa Sofi?, que cuando estás aburrida pues al final ¡hasta eres capaz de
hablar con un espejo!. Si te das cuenta eres tú misma la que te contestas. A mí
siempre me pareció muy divertido”.
Sofía
se fue corriendo hacia el espejo y le sacó la lengua……. “¡anda que no me das
ningún miedo!”... le dijo.
Dibujo:
Sofía