martes, 30 de octubre de 2018

La hormiguita Rita (Gonzalo dixit...)


La hormiga Rita es muy pequeñita, como todas las hormiguitas

Corriendo, corriendo se va a su casita...

Pero tiene que bajar por una escalerita

La escalerita es blanca, blanca blanquita

Y la hormiguita Rita negra, negrita....

lunes, 29 de octubre de 2018

Los duendes del otoño


Pues señor esto era una vez dos duendes, muy amigos, que se llamaban Ochi y Drolas.

Un día, de madrugada, que es a la hora en la que se van a la cama los duendes, Drolas le dijo a Ochi que por qué no iban a colocar las hojas de los árboles por el suelo del bosque… Es que ya llegaba el Otoño y todavía los árboles andaban un poco vagos con eso de sacudirse las hojas.

Como todo el mundo sabe, cuando llega el Otoño las hojas se caen…. Y eso es porque tienen que dejar paso a que otras nuevas se coloquen en las ramas.

Pero aquel año nadie sabía qué pasaba….. el caso es que las hojas no se querían caer….. “que no, que no” se les oía gritar desde lejos.

Al principio Ochi no quería ir….. es que tenía muchiiiiisimo sueño, pero Drolas se puso tan pesado que terminó diciéndole que “vaaaleee”.

Así que Drolas se puso su pantalón y su cajón de repartir hojas y Ochi su cestito y su tutú marrón para que se confundiera con el color de las hojas y así no se les viera correr entre los árboles.

Cuando llegaron al bosque, los dos duendes gritaron a los árboles: “¡vamos arbolitos haced el favor de mover vuestras ramas, pues ¿no veis que el Otoño ya ha llegado?”…. Pero los árboles decían que no, que ellos tenían mucho frío y que no querían desprenderse de las hojas.

El problema era muy pero que muy gordo. ¿Cómo se podría tener un bosque donde las hojas de los árboles no se caen en Otoño?. ¡Eso no podía ser!.

Así que, ni cortos ni perezosos, Ochi y Drolas se pusieron a empujar y a intentar sacudir las ramas de los árboles, mientras les gritaban “¡vamos vagos, moveos y soltad las hojas! ¡¿no os dais cuenta que eso es lo que hay que hacer en Otoño?!”

De pronto, un pino tan grande que parecía el jefe de todos, y que estaba en el centro del bosque, empezó a estirar sus brazos…. bueno, no, sus ramas… y entonces sucedió que todos los demás comenzaron a mover también las suyas.

Ya supondréis que es lo que pasó….. pues sí, que comenzaron a caer todas las hojas de todos los árboles del bosque….. y entonces el suelo se empezó a poner de colores….. amarillo, verde clarito, marrón……¡qué bonito estaba!.

Drolas y Ochi se chocaron las manos contentos de haber conseguido que el Otoño volviera, como cada año, a su bosque. Luego llenaron su cestito y su cajón de madera de hojas para llevarlas a casa y ponerlas, de adorno, en su puerta.

De vuelta a casa asaron unas castañas que les había dado un castaño enorme que hay al final del bosque. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.