Aquella
mañana, al levantarse de la cama,
Antoñito se extrañó de que nadie en casa lo hubiera despertado.
Miró
el reloj ese que está en la pared y sorprendido vio que eran las diez, al menos
eso parecía: -“Igual está parado”-, pensó.
El
pequeño corrió por la casa pero no había nadie en ninguna de las
habitaciones….-“que raro” y empezó a inquietarse la verdad……
Y
entonces fue cuando recordó que ayer antes de acostarse (enfadado) había
gritado a sus hermanos y había dicho a su madre: “ojalá estuviera solo”-, y así
se acostó con ese deseo……… entonces, al recordarlo, empezó a sentirse fatal y
comenzó a suplicar mientras rezaba:
–“Por
favor por favor que ya siempre me portaré bien y seré obediente, pero no quiero
estar solito”- y cerró los ojos…… y al abrirlos resultó que vio a su mamá que
con suavidad le despertaba:
-“Vamos
Antoñito que es tarde levántate”-
Antoñito
se levantó y siempre siempre se portó bien.