lunes, 19 de enero de 2015

Otro cuento de Blanca

Título: Los cinco animales parlantes

Autor: Blanca, 7 años

Pues señor esto era una vez una familia con cinco animales: perro, conejo, gallina, gato y borriquito. La familia estaba formada por la madre, el padre y un solo hijo.

Un día Perico, que así se llamaba el niño, se fue al jardín a jugar y, de pronto, se encontró con dos cosas: un líquido azul y una nota.

En la nota se leía: “Esta es la poción azul… puede parecer un simple líquido de ese color, pero… ¡no, cuidado es mucho más que eso. Sirve para algo mágico. Sirve para que los animales puedan hablar! Lo que luego suceda será tu responsabilidad”.

Perico se sorprendió y tuvo que leer la nota varias veces… pues no se creía que aquello pudiera ser verdad… Luego sonrió y pensó que si podía hacer que sus animales hablaran sería fantástico.

Y dicho y hecho: reunió a los cinco animales y les puso delante a cada uno un plato con un poco de la poción.

Y, al instante, nada más empezar a beber el perro habló y el conejo y la gallina y el gato…..y ¡hasta el borriquito!.

Así que Perico colocó a sus animales alrededor de él y sonriendo les dijo: “¡Animales, ahora habláis, ya puedo por fin entenderos y vosotros a mí! Pero ¡cuidado! tenéis que estar callados cuando no estéis conmigo!”

Pero…. una amiga de Perico le oyó y fue corriendo a echar un vistazo. Y lo que vio le sorprendió muchísimo: ¡Perico hablaba con los animales y –lo mejor- los animales hablaban con Perico!.

La niña, que se llamaba Sara, salió de su escondite y le gritó a su amigo “¡es fantástico yo también quiero hacer eso: ¡hablar con los animales! ¿cómo lo has conseguido?”.

Perico le contó lo de la poción y luego –entre los dos- pensaron que debían guardarlo en secreto no fuera a ser que alguien les robara los animales. Así que decidieron fundar una especie de asociación formada sólo por ellos dos…. y los animales.

Como quiera que los animales escuchaban a otras personas, sabían mucho de ellos. Así se enteraban de lo que pasaba por ahí y se lo contaban a Perico y a Sara que se ponían manos a la obra para ayudarlos.

Pasaron los años y los niños –que ya tenían 15 años- seguían con su asociación y todavía quedaban algunas gotas de la poción, gotas que mantenían escondidas.

Años después se dieron cuenta que ¡había caducado!. Así que una vez desaparecido el motivo de la fundación de su “asociación” decidieron que se dedicarían a “salvar el mundo” durante años y años.

Y así me contaron esta historia y así –creo- termina.

FIN