Con
su pequeña mochila de vivos colores y con un “Noddy” ojiplático estampado en
ella, el pobre pequeño avanzaba feliz en brazos de su madre. Entra en la
guardería y mira a derecha e izquierda y esboza una sonrisa (es un niño
guapísimo, alegre y que sonríe sin que tengas que hacer ningún esfuerzo), pero
debe intuir algo pues muy serio, agarra con fuerza la camisa (ideal) de su
madre y no hay forma de dejarle en el suelo. Ni juguetito de apego ni el cochecito
que tanto le gusta ni el ojiplático….no quiere saber nada, solo quiere la
camisa de su madre….
Su
madre opta por sentarse con él y ambos comienzan a jugar.
Con
esta manía que tenemos en la familia de explicar todo, comienza a explicarle
(ayer cumplió su primer año) que debe quedarse contento, jugar con sus
compañeros y aprender todo lo que pueda, que ella tiene que trabajar pero que
vendrá enseguida a buscarlo para volver a casa… pero no hay forma, sigue con la
camisa, ideal ya digo, agarrada fuerte fuerte….. al fin en un descuido su madre
decide levantarse y diciéndole adiós, faltaría más, se levanta y sale por la puerta……
los llantos se oían a kilómetros de distancia.
Bueno
la verdad es que el disgusto le duró poco, según dicen las profes, que
enseguida comenzó a jugar y a mirar atentamente, sin sonreír mucho que digamos,
a todos y todo lo que le rodeaba.
Como
los primeros días dicen eso del periodo de adaptación, a las dos horas y media
ya estaba su madre en la puerta del cole abrazando a su hijo como si volviera
de la guerra…….. el pequeño con restos de lágrimas en los ojos, parecía
contarle “lo he conseguido!!!!!”
Qué bonito! La primera de tantas batallas por la autonomía del hombre que será...Un gran hombre ¡seguro!
ResponderEliminarUFF como me ha recordado el primer día de mi hijo menor!!!!
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