Pues
señor esto era una vez una niña que se llamaba Sofía que, aquel año, pidió a
los Reyes Magos que le trajeran un gato de peluche.
Y
así pasó que el día 5 de enero de aquel año Sofía se levantó muy prontito, tan
prontito era que fue la primera en levantarse de todos los niños del mundo.
Y
ocurrió entonces una cosa mágica…… ¡vio a Melchor, Gaspar y Baltasar!
En
ese momento, estaban dejando una cajita con su nombre: ¡Sofía! Entonces se
escondió como pudo detrás del sofá que estaba casi pegado a la pared. Allí era
donde la niña se escondía cada vez que la regañaban…
Bueno
el caso es que se quedó allí quietecita hasta que comprobó que los Magos se
habían ido, no fuera a ser que se enfadaran….
Luego,
despacito… muy despacito… se acercó al paquete aquel y ¡lo cogió! Sí, ponía su
nombre en grande: ¡¡¡S O F I A!!! y al abrirlo ¡allí estaba con cara de bueno
su….. oh no!! aquello era un ratón, pero uno de verdad!. ¿Y mi gato?, pensó,
¿Dónde estará? Pues el gato estaba sí, blanco y negro de una tela muy
blandita…. tan blandita que el ratón se había metido dentro…
Al
principio pensó que lo mejor sería ir a la cama otra vez…. lo mismo la cosa
cambiaba…. y además la podían descubrir despierta tan pronto. Pero ¡no se fue!
¡qué va!... allí se quedó medio acurrucada, como dormida.
En
cuanto al ratón…. pues veréis. El ratón estaba harto de que todo el mundo
saliera corriendo como asustado cada vez que le veían. Pero en esta ocasión
pensó que sería distinto ¡al fin y al cabo esa niña había pedido un gato y
total ¡anda que no jugaba él con los gatos! Que sí, que sí, que este ratón era
de los que se hacían amigos de gatos… de perros…. ¡y de niños!
El
caso es que Sofía llevaba tiempo oyendo a su mamá que le iba a llevar a la casa
del Ratoncito Pérez, así es que aquel día tan importante ¡el de Reyes! podría
ser un buen día para ir. Mamá dijo que sí, que luego iban. Y así fue.
Sofía
metió al ratoncito dentro de uno de sus bolsillos y así iba tan calentito.
Cuando
llegaron a la casa del ratón ese tan importante, pasó algo extraordinario:
nadie tenía miedo de aquel ratón… “¡Vaya con Pérez!... se dijo….
¡Por
cierto que no sabemos cómo se llamaba el ratón de Sofía! ¡Ah sí, que había
dicho que se llamaba León! ¡Uy que nombre! pensó Sofía.
Bueno,
pues lo que pasó fue que allí, en aquella casa del tal Pérez, había un montón
de niños que estaban tan felices de ver todas las cosas de aquel ratón. Una
casa llena de cosas estupendas: libros, mesas, sillas, camitas pequeñitas ¡claro….si
eran para ratones! Total que León pensó que ese era un lugar estupendo para
vivir…. ¡nadie gritaba por ver a un ratón!, al revés ¡pagaban por verlo! Así
que le dijo a Sofía que él se quedaba allí y que, en cuanto viera a Pérez, se
lo diría y seguro, seguro que estaría encantado de tener compañía.
Así
que dicho y hecho, León se metió por una puertecita pequeñita que había y se
fue, supongo, con Pérez.
Y
colorín, colorado… porque nunca más volvió Sofía a verle.
(En la casita del Ratón Pérez de Madrid)